La Escondida llevaba más de 30 años organizando y ofreciendo campamentos vacacionales a niños y adultos. Desde la primera vez que abrieron sus puertas, su oferta de campamentos se había diversificado, los medios que usaban para darse a conocer habían cambiado y la empresa en sí se había expandido a un segundo país.
Lo que no había cambiado desde entonces era su identidad visual que, para el momento, solo constaba de un logotipo. Dada la insuficiencia de lineamientos visuales, con cada lanzamiento debían diseñar piezas promocionales prácticamente desde cero. Esto les hacía perder tiempo y les robaba la oportunidad de consolidar una imagen que les ayudara a ser recordados, más allá del nombre.
Desde la primera vez que tocaron nuestra puerta en 2017, decenas de bocetos, mockups y propuestas fueron enviados, devueltos, revisados y hasta aprobados (pero nunca aplicados) por la familia fundadora. Se debatían entre hacer un refrescamiento discreto o un rediseño más radical. Al ser una empresa familiar, lo emocional de la decisión acababa por congelarlos.
Pasado un tiempo y, luego de ver que la diatriba les jugaba en contra, decidimos reducir drásticamente las opciones. Presentamos únicamente una propuesta de refrescamiento. Mantuvimos al caballo como protagonista, simplificamos su forma y retiramos elementos innecesarios para su reconocimiento.
También hubo un refrescamiento en cuanto a la tipografía. Dado que La Escondida debe llegar a dos públicos principales, los niños y los adultos, se seleccionó cuidadosamente una fuente que proyectara profesionalismo y estructura, además de ser amigable y cercana.
Arquitectura de la marca y sistema gráfico
Mientras más nos empapábamos de información sobre este campamento, más pensábamos que un refrescamiento no era suficiente para comunicar el valor diferenciador de esta marca. Por años, La Escondida había organizado actividades en distintas locaciones: playa, montaña, ciudad… Las distinguían simplemente con el nombre de la locación, cuando en realidad esta riqueza y variedad era sin duda una ventaja competitiva. Cada tipo de ambiente, por sus características únicas, representaba un producto en sí mismo. Con base en esto, les propusimos una arquitectura de marca que destacara cada tipo de servicio que ofrecen.
Para complementar el sistema visual de la marca y otorgarle cohesión en medio de la complejidad, tomamos un elemento gráfico directamente de su logotipo. Realizamos un acercamiento al lomo del caballo y se fijó este fragmento como marco y encabezamiento para todo tipo de materiales informativos.
La coherencia y la unificación de todo este lenguaje visual creado para La Escondida debía ser respetado por todo el equipo para que tuviera el efecto deseado. Por ello, diseñamos plantillas de flyers, presentaciones y otros recursos que servirían a gerentes, vendedores, administradores de comunidad y demás miembros para agilizar sus procesos y mantener la identidad a salvo.
Una vez definidos los elementos visuales y estratégicos de la marca, diseñamos y desarrollamos un nuevo portal web. Aplicamos una estructura y redacción más estratégicas para hacerla más efectiva que la anterior. Además, generamos formularios interactivos que facilitaran los procesos de inscripción y resolución de dudas. Esto le aportó inmediatez y efectividad a las comunicaciones entre los clientes y el campamento.
Con este refrescamiento de identidad, nos satisface saber que logramos aportar soluciones a los inconvenientes que tenía la marca. Poco tiempo después, nos alegró ver sus publicaciones en redes sociales. Ellos mismos siguieron dándole vida a este sistema gráfico diseñado especialmente para La Escondida.
